Discurso de Sonia Catalina Urrea (Directora Académica)

QUERIDOS GRADUANDOS, QUERIDOS COLEGAS, DARIO FERNANDO, QUERIDOS PADRES Y AMIGOS, BUENAS NOCHES.

 Voy a comenzar por hacer una Confesión: estoy aquí a la fuerza, no me gusta hablar en público, así que después de 9 años de haber creado  Qualia y 16 ceremonias de graduación, este es mi primer discurso de grado pues como saben los que me conocen, yo soy más de estar “detrás de bambalinas”, que ser protagonista en estos eventos públicos.

El reclamo de varios compañeros y compañeras era justo sin embargo. Se enseña con el ejemplo, y en este caso se trataba de hacer visible nuestra voz y que hoy les hablara y apareciera la mujer que junto a Carlos tuvo la irresponsabilidad y el buen tino de crear Qualia.  Así que aquí estoy haciendo la tarea y la confesión.

Empezaré entonces por contarles que tras varios días en los que trasegué entre hacer un discurso que hablara de algún tema más académico o hacer algo más simple, tal vez algo que no se olvidara tan rápido (la verdad es que  creo que los discursos en general, pero los de los grados en particular, pocas veces se recuerdan, incluso para los que los escriben). Desistí entonces de la tentación inicial de hilar unas palabras que llevaran por ejemplo a una reflexión sobre el privilegio que implica estar donde estamos, y venir de dónde venimos, o sobre los peligros de las cacerías de brujas  y los odios aprendidos,  o sobre cómo nuestra historia, permeada tristemente de tantas violencias, nos convoca hoy más que nunca a tener  al menos en nuestro entorno inmediato actitudes más solidarias, menos radicales y más abiertas a entender y re- conocer  al contrincante.

 Pero finalmente pensé que, si quería dar un mensaje más contundente y por ende más simple, tenía que pensar cuál mensaje de los últimos tiempos me había resultado a mí      significativo. Entonces recordé ( y me perdonarán aquí lo anecdótico), algo que le escuché   a Eduardo Flórez hace unos meses, (para los que no lo conocen, Eduardo es un colega y un amigo al que admiro – admiramos profundamente por su saber vivir con sí mismo      y con todos los que estamos cerca     ) Carlos Barrera le preguntaba            ¿Edu, qué      hace usted para ser feliz? Y la respuesta de Eduardo fue: Agradezco Carlitos, agradezco todo.

Y ese mis queridos graduandos, seguramente simple y trillado pero poco practicado, es el mensaje que les quiero compartir hoy; agradecer para mi es algo poderoso (y espero que esto no suene a manual de autoayuda) pero si lo lográramos interiorizar seguramente estaríamos más conscientes de lo que nos rodea y por ende de las inmensas posibilidades que tenemos…Seguramente también seríamos más felices y tendríamos una dosis saludable de buen conformismo. Como decía Jorge Luis Borges: “el mero hecho de ser es tan prodigioso que ninguna desventura debe eximirnos de una suerte de gratitud cósmica”.

Así que mis queridos graduandos la invitación es simple: No normalicen los milagros cotidianos: respirar, caminar, tener una familia, un buen amigo o un buen amor, poder elegir dónde      y qué estudiar son privilegios de unos cuantos.

Creo también que ejercitarse en la difícil tarea de no solo agradecer lo bueno sino también lo que nos resulta difícil y complejo, tiene su encanto y su recompensa, al final del día solo lo que cuesta se valora más, sino, miren sus historias de amor para que vean que generalmente las mejores historias son las más luchadas, en el mejor sentido del término. 

Así pues, a manera de ejercicio de coherencia, de gratitud cósmica, seguiré por      agradecer a Samuel, Manuela, Pedro, Jerónimo, Felipe, Lina, Samuel, Sofia, Nicole, Matías, Martin, Andrés, Nicolás, Martín y Felipe, por estar hoy aquí ,por  su persistencia y resistencia en estos tiempos aciagos. Nadie puede negar que la pandemia nos ha puesto a prueba a todos, pero estudiar, tener 17 o 18 años  y hacer su último grado en medio de tanta adversidad es algo para ponderar y agradecer.

Gracias  por hacer de Qualia un lugar donde los desencuentros fueron aprendizajes y donde las dificultades nos hicieron  revisar y llegar a la incomodidad necesaria que promueve el movimiento y la transformación. Espero que así lo hayan sentido.

Gracias a sus papás y a sus familias por hacer esta apuesta azarosa, (son unos valientes), gracias por haber confiado en que Qualia podría ser el mejor lugar para que sus hijos se reconciliaran con su historia.

Y finalmente, un agradecimiento especial  a mis colegas y amigos ( y aquí incluyo a Miri, Elsita, Yarledys y Sandra) con quienes hemos podido construir  un lugar que sigue en construcción,  donde todos cabemos a pesar de las diferencias porque eso nos hace especiales a todos, en el que hemos podido enseñar y hablar de lo que no se habla, porque infortunadamente no hemos aprendido a hacerlo en Colombia. Agradezco el haber tenido un equipo con quienes hemos puesto a prueba apuestas arriesgadas como un currículo siempre móvil y abierto, o un concepto de disciplina y castigo en el que de manera tranquila damos oportunidades desde la convicción de que nos urge enseñar en un concepto de justicia reparadora y no uno      de venganza justiciera;

en resumen creo que a pesar de los altos y bajos connaturales a educar y a estar vivos, el encuentro con todos ustedes nos ha permitido crear, innovar y aprender y desaprender. Gracias entonces a toda esta familia qualiana por dar sentido a mi vocación y a mis días.

Bueno mis queridos graduandos, quiero que sepan que siempre los sentiremos como nuestros, ustedes son de esta casa. No quisiera dejarlos ir sin manifestarles que su futuro ya es un futuro prometedor, así que les deseamos no solo el éxito, sino una vida apasionante y apasionada, llena de sentido y afectos. Recorran los paisajes más remotos y gástense el corazón queriendo, pero eso si, vuelvan a contarnos sus historias que de algún modo serán también las nuestras. Muchas suerte!

No soy la oradora principal (por fortuna) así que voy a terminar ya con un brindis que  propongo, para lo cual voy a tomar prestadas las palabras de Alejandro Gaviria,  quien en ese momento se despedía     del ministerio de salud:

Un brindis por la vida, por las vueltas que nos quedan aquí en la tierra a nosotros pasajeros del asombro,

Por la felicidad, por los momentos felices que son el porque sí de todo.

Por la amistad, por habernos encontrado en la inmensidad del espacio y del tiempo y haber compartido y habernos abrazado.

Nada es más importante, y en estos tiempos insólitos mis queridos qualianos, también nada más extraordinario.

Así que, salud,  a festejar y  a celebrar en el calor de la cercanía. Abracen a sus papás y agradézcanles pues  este cartón también es de ellos.

Felicitaciones y muchas, muchas gracias.

Mariana Gaviria