La educación virtual en tiempos de pandemia

 
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Para abordar el tema de la educación virtual en tiempos de pandemia, invitamos a nuestro profesor y director del departamento de Humanidades, Eduardo Flórez, y a nuestra estudiante de ciclo VI, Juliana Gómez, a conversar sobre algunas preguntas que han surgido a propósito de estos nuevos tiempos. 

1. ¿Cómo fue la transición de la educación presencial a la virtual dada la situación de la pandemia?

Eduardo:

La transición fue repentina no solo porque nos enfrentamos a un escenario desconocido, sino, además, porque en un principio pensamos que la situación iba a ser transitoria. Las primeras semanas fueron unas semanas de contingencia — atender  las necesidades emocionales de las y los estudiantes, replicar las clases que se dictaban antes del confinamiento; acompañarnos en la extrañeza de la situación que estábamos viviendo—.  Pero tiempo después, cuando comprendimos que el confinamiento era indefinido, tuvimos que plantearnos cuestiones de fondo que nos llevaron a reflexionar sobre algunos de los principios y objetivos de las prácticas educativas, sobre el papel del docente y  del estudiante, sobre el uso y la pertinencia de muchos recursos educativos. Creo que pudimos sortear esta transición por dos razones principales: la comunicación clara entre estudiantes, profesores y directivas; el espíritu de flexibilidad que se instauró en gran parte de la comunidad, un espíritu derivado de la conciencia de la muerte, de la caducidad y de la incalculabilidad que el confinamiento y el virus sacaron a flote. 

Juliana:

El cambio, por una parte, fue fácil ya que el semestre no se vio interrumpido, es decir, fue posible mantener el ritmo académico; en razón a que inicialmente se preveía esta situación como de corto plazo y transitoria, me permitió tomarlo rápidamente como una oportunidad y una forma nueva de ver el colegio y de relacionarse con los profesores y con los compañeros. Una vez comenzó a prolongarse en el tiempo ya tenía un nuevo ritmo de trabajo implementado hacia lo virtual. Por otra parte, fue decepcionante porque yo tenía la ilusión de pasar tiempo en mi colegio.

2. ¿Cuáles han sido los principales cambios entre la educación que Qualia venía ofreciendo y la que ofrece durante la pandemia?  

Eduardo: 

Para mí el principal cambio ha sido replantear el sentido del concepto de "presencialidad". Creo que es equivocado dividir la educación entre lo presencial y lo virtual por una razón: la presencialidad va más allá de la comparecencia de dos cuerpos en un mismo espacio. Es más: se puede estar presente físicamente, pero ausente de la voz del otro,  de las necesidades inmediatas del otro.  Creo que tuve que reformular mis prácticas para poder estar presente allende la distancia física —pensar la comparecencia  en el tiempo y no en el espacio (o acaso en otro espacio)—, para escuchar y atender las dificultades que la situación, el contexto y las/los estudiantes iban revelando, manifestando y requiriendo. Darle prelación al acudir y no al controlar, ese fue para mí el mayor de los cambios. Una vez fui consciente de esto, el gran reto estuvo en diseñar actividades que invitaran a lo primero y no a lo segundo. 

Juliana: 

He identificado cambios muy importantes y favorables para mi desarrollo. Uno de ellos es que desde mi casa, tengo la posibilidad de tomar más apuntes y de forma completa y esto me ayuda a tener un mayor rendimiento y mejor desempeño académico. Otro cambio que resalto es la autogestión y la autorregulación, ya que logro concentrarme a pesar de las  distracciones en la casa y de la libertad que implica este tipo de educación, y he adquirido autonomía, compromiso y dedicación hacia el colegio.  

Ser una persona de rutinas contribuyó a adaptar de forma rápida mi vida cotidiana a la nueva realidad. Considero que al estar permanentemente en búsqueda de mi crecimiento personal aproveché este cambio de la mejor forma, para que el tiempo de confinamiento  tuviera un impacto positivo no solamente en el presente sino más adelante.

3. ¿Qué ganancias considera que han aportado estas nuevas dinámicas?

Eduardo: 

Las particularidades de este confinamiento han hecho que salgan a flote problemas fundamentales en la educación: el problema de la muerte, de la finitud, de la caducidad; asimismo, nos ha hecho conscientes de la incalculabilidad del mundo y de la condición  impermanente de todo. Además, ha iluminado la hermandad de sentido entre  lo que emerge y la emergencia (ha convertido lo emergente en emergencia). Todos estos problemas han reconfigurado el terreno de la enseñanza y nos han obligado  a pensar lo que enseñamos  (Historia, Literatura, Matemáticas, Cine, Biología, Física, etc) en estrecha relación con la vida misma. Esa ha sido una ganancia invaluable: que la educación retorne a la vida y no que esté disociada de esta. 

Por otro lado, un poco más pragmático, creo que ha desnaturalizado nuestras prácticas y nos ha obligado, tanto a los profesores como a los estudiantes, a ser realmente creativos. En suma, creatividad y vitalidad en la educación y para la educación.

Juliana:

Una de las mayores ganancias que tiene la virtualidad y el confinamiento en sí, es el tiempo libre y depende de nosotros saber utilizarlo. Tuve tiempo de pensar y concretar la idea de qué quiero estudiar y dónde quiero pasar mi vida universitaria; dado esto, pude buscar información sobre la carrera que me interesa y la universidad a la que me gustaría asistir para preparar la aplicación. Otra ganancia que considero de gran importancia es el tiempo para revisarme y descubrir nuevos gustos y nuevas habilidades; durante este tiempo encontré la pasión por el tenis, que pese a la pandemia logré organizar la  manera de practicarlo. Además, el gusto por aprender idiomas, la virtualidad me ha dado la oportunidad de estudiar la lengua y la cultura italiana. 

4. Si pudiera cambiar algo de la educación virtual actual, ¿Qué cambiaría?

Eduardo:

Hay muchísimas cosas por resolver y afinar. Pero creo que sería fundamental brindar espacios dentro del horario del colegio para que los estudiantes puedan interactuar entre ellos más allá de las clases.  Creo que uno de los grandes retos al que nos enfrentamos  en la actualidad es el del aislamiento, un aislamiento que deviene muchas veces en la sensación de sentirse solo, separado, huérfano. La pandemia ha hecho que estas dinámicas propias de nuestro tiempo se hayan catalizado puesto que muchos de los espacios de reunión (pensemos en reunirse como volver a estar unidos) han sido suspendidos.  En Qualia ocurría algo especial: convivían, en un mismo espacio, historias  y experiencias muy disímiles. Estudiantes muy diferentes entre ellos terminaban creando amistades muy sólidas, que en cierta medida se daban gracias a que se veían obligados a compartir un espacio y unas actividades promovidas por el colegio (recreos, hora del almuerzo, electivas, excursiones, salidas pedagógicas). Ahora tenemos muchos estudiantes nuevos que no han conocido físicamente a sus compañeros. ¿Cómo ofrecer espacios para que se conozcan y profundicen en las relaciones? Hemos hecho algunos ejercicios de este estilo (actividades de integración como las Qualimpiadas, las electivas, etc) pero todavía tenemos el reto de pensar en otros espacios. Obviamente esto se ha visto compensado  por el tiempo que muchos de nuestros estudiantes han compartido con la familia. Pero, sin desconocer esto,  me encantaría que pudiéramos inventar una especie de recreo virtual. El problema: ¿Cómo conciliar esto con las pausas de desconexión que promueven la salud y que evitan que el estudiante esté pegado al computador jornadas tan largas? En este momento no tengo idea. 

Juliana:

Aunque entiendo que en algunas oportunidades nos sentimos más cómodos con la cámara apagada, cambiaría esto porque considero que si todos tenemos las cámaras prendidas creamos un ambiente más cercano a la presencialidad.

 

5. Cuando regresemos a la presencialidad, ¿Qué experiencias de la virtualidad le gustaría que continuaran? 

Eduardo:

Todas los hallazgos metodológicos y los recursos que encontramos. Yo descubrí plataformas, aplicaciones, podcasts etc, que quisiera seguir explorando cuando acudamos físicamente al colegio. Por otro lado, me gustaría, sobre todo, que continuáramos con unas experiencias particulares que surgieron en la coyuntura de la pandemia: los espacios extracurriculares que empezamos a ofrecer para mitigar la sensación de encierro al comienzo del confinamiento. Por ejemplo:  hicimos un club de lectura para toda la comunidad en el que leímos La trilogía de Nueva York de Paul Auster y ofrecimos un espacio para pensar y discutir la filosofía llamado, ingeniosamente, "La bodeguita filosófica" (estas reuniones se hacen una vez por semana a las 8 pm). Además,  en vacaciones  compartimos cursos abiertos de astronomía para niños, de crónicas deportivas y de análisis de cortometrajes. Creo que estas experiencias deben continuar y ampliarse a otros públicos. Lo deseo enormemente.

Juliana:

Cuando regresemos de la virtualidad me gustaría que se mantuviera la puntualidad y el uso efectivo del tiempo, así como implementar el mecanismo que dé la oportunidad de tomar en algunos casos puntuales, las clases en simultáneo:  los que están en el colegio y los que no pudieron asistir por algún motivo.

Mariana Gaviria