Lenguaje, arte y empatía: sobre una clase de inglés en Qualia

 
Reflexiones de la profesora María Camila Nieto profesora de Inglés y Lectura Crítica

Reflexiones de la profesora María Camila Nieto profesora de Inglés y Lectura Crítica

 

Suelo introducir mi curso de inglés con un texto que se llama, curiosamente, “My Spanish”. Es un poema slam de la estadounidense Melisa Losada-Oliva, en el que el español, personificado, aparece como fuerza y presencia fantasmal, vínculo afectivo e identidad inefable, antagonista y anhelo frustrado. Este poema abre las puertas para hablar de los idiomas (propios o foráneos) en sus dimensiones emocionales, culturales, íntimas y políticas. Luego escribimos un texto titulado “My English”, en el que plasmamos las imágenes que vienen a nuestra mente al pensar en el inglés: nuestras canciones favoritas, el rostro de parientes que emigraron, los recuerdos amargos de una clase, las sensaciones de impotencia o conexión. Las reglas gramaticales se dejan a un lado y, como sucede a veces en la poesía, aquellos que tienen relaciones más problemáticas con el idioma, producen las imágenes más graciosas o conmovedoras. 

Rescato esta vivencia pues condensa, a mi modo de ver, una de las convicciones de la educación qualiana: la idea de que los estudiantes no vienen al colegio a ‘recibir’, como vasos vacíos, los conocimientos que les darán los profesores, sino a desnaturalizar su mundo y su lenguaje, a sacudir sus certezas y a resignificar sus experiencias de la mano de otros. Las clases de inglés en Qualia, ancladas en esta filosofía, se alejan del modelo de curso gramatical, y se convierten en espacios pluridisciplinarios en los que, a través del inglés, los estudiantes re-piensan sus entornos, su relación con la palabra, la cultura, la historia y la actualidad. 

Esta es la meta del curso “Art and violence” que dicto cada semestre con adaptaciones según los intereses y competencias comunicativas de cada grupo. Esta clase busca que los estudiantes fortalezcan sus habilidades de expresión oral, lectura, análisis y escritura en inglés, explorando la manera en que distintos artistas, en diversos contextos, han representado, desafiado y resistido formas de violencia. 

La clase trabaja en paralelo competencias y temas que, en otros colegios, tienden a estar separadas entre las clases de inglés, sociales y arte. Por una parte, realizamos ejercicios minuciosos de observación y descripción de objetos artísticos. Aproximándonos a pósters propagandísticos, fotografías, pinturas y obras conceptuales aprendemos el paso a paso de describir: organizando y jerarquizando información, identificando y discriminando elementos y eligiendo verbos y adjetivos precisos. Por otra parte, desarrollamos nuestras habilidades analíticas separando los elementos visuales de una pieza, construyendo inferencias sobre su significado y articulándolos de nuevo para producir hipótesis sobre el efecto que producen en el espectador.  

Todo esto sucede de la mano de lecturas y discusiones grupales en las que nuestras intuiciones, experiencias y conocimientos previos sobre arte y guerra, belleza y violencia entran en diálogo con nuevos conocimientos sobre contextos históricos específicos. Exploramos, por ejemplo, las vanguardias artísticas del siglo XX y su relación con las guerras mundiales. Los estudiantes leen e investigan sobre Expresionismo, Surrealismo, Cubismo y Dadaísmo mientras discuten preguntas como ¿Qué es arte? ¿Para qué sirve? ¿Tienen los artistas una responsabilidad social? ¿Debe una obra hacernos ‘sentir’ bien, incomodarnos, hacernos pensar? ¿Puede un inodoro ser una obra de arte? ¿Cómo retratar la guerra? ¿Cómo ‘traducir’ la voz de las víctimas? En ocasiones maravillosas (como sucedió con la visita a Fragmentos o a El Testigo) se nos presenta la excepcional oportunidad de conectar estas discusiones a nuestro propio conflicto colombiano.  

El resultado de nuestras indagaciones toma forma, con frecuencia, en proyectos creativos, con altas dosis de imaginación, que combinan la descripción y el análisis contextualizado. Los chicos reciben, por poner un ejemplo, una pintura elaborada por un sobreviviente del Holocausto judío o por una activista negra del Movimiento de Derechos Civiles. Deben, entonces, escribir desde su voz una carta narrando sus intenciones, procedimientos y emociones en la elaboración de la obra. Estos textos, al igual que las exposiciones orales o los poemas que en otras ocasiones escriben, nos conmueven, a veces, hasta las lágrimas. Semestre a semestre, nos permiten ver el enorme potencial de nuestra creatividad y empatía; la manera en la que se enriquecen los análisis y las capacidades expresivas cuando sacudimos nuestra comodidad, desnaturalizamos el ahora y nos ponemos en los zapatos de un otro imaginado.

Mariana Gaviria